La industria cultural


Un tema que ocupó bastante espacio en la primera clase del taller de escritura creativa, en la biblioteca Chamartín, ha sido el de la industria cultural.

Empezamos hablando de lo difícil que es publicar hoy en día para un autor novel, y para aportar algún dato concreto y cercano, hablé de mi experiencia directa. Hay que considerar muchos aspectos, pero seguramente uno fundamental es el hecho de que hoy, más que nunca, la edición de libros es una actividad industrial, porque las editoriales son empresas y tienen que «hacer números».

Sin querer meternos en evaluaciones filosóficas de mayor calado, llegamos a comparar la situación del mercado editorial español actual con la de la industria cinematográfica. En el primer caso es casi imposible publicar para un escritor novel, porque es muy improbable encontrar a un editor dispuesto a arriesgarse por un nombre que dificilmente venderá más de 1000 copias. Mejor apostar para productos más seguros, que inspiran más confianza -que ya lo tienen difícil lo de vender.

En el segundo caso -el cine-, está pasando lo mismo: el 60% de la películas que se proyectan en España son norteamericanas, y aquí se sigue defendiendo el modelo de la subvención pública. Algunos, yo incluido, están en contra de este mecanismo perverso e hipócrita: la mayoría de las películas subvencionadas no llegan nunca a estrenarse, y las demás difícilmente se convierten en éxitos.

Así que se repite el mismo problema: para un guionista o un director que empiezan, es casi imposible acceder a la posibilidad de realizar una película, porque el sistema entero -producción, distribución, contenidos, escuelas de actores, televisión- está viciado.

Y el público está viciado: leer un bestseller o ver una película «blockbuster» es un hecho social, antes que nada, con todas las consecuencias que esto acarrea. No se trata de luchar contra eso, no tendría sentido: el problema es buscar una salida profesional, creíble y rentable para los nuevos talentos.